COMENTARIOS DEL DIRECTOR

Creo que la palabra “impresionista”, aunque no sea la única, es la que mejor describe mi enfoque general a la hora de filmar NEDS, en el sentido de que la composición, la puesta en escena, etcétera, están determinadas tanto por la vida interior de John, el protagonista, como por los acontecimientos y personas que le rodean.

Tomaré como ejemplo las escenas del principio de la película. John sale del feliz entorno protector de la escuela primaria para entrar en otro feliz acontecimiento – esta vez, de adultos –, una boda. Desde un plano alto, tomado desde el hombro del Cristo en la cruz, bajamos entre el colorido confeti que cae sobre los sonrientes invitados y los alegres niños hasta John, que contempla con felicidad el premio que le han dado. La sombra de Canta oscurece al niño antes de que sus palabras rompan la ensoñación de John. A partir de este momento, la escena se filma desde el punto de vista de John: Canta, recortado de forma casi demoníaca contra un cielo azul, tal vez demasiado azul; el director del colegio (antaño autoritario), ahora tan impotente como Cristo en la cruz; su madre y su tía, demasiado embelesadas por la boda para darse cuenta del apuro de John. El impacto de la amenaza de Canta se hunde en lo más profundo de la psique de John, y los techos bajos, la pobreza de su hogar, dominado por la oscura y amenazante presencia del padre, simbolizan la rendición interior del niño. Las calles también se vuelven amenazantes, sobre todo durante los sombríos y turbios anocheceres. Hasta que una noche aparece su llamativo y fanfarrón hermano Benny en la mancha luminosa de una farola.

Quería que fuese una película atrevida; crear un mundo único, misterioso, volátil y a menudo violento, que girase alrededor de un chico que intenta encontrar su lugar desesperadamente.

Peter Mullan

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